Por
Forerunner, "Personal," marzo 1998

La Santa Biblia – Antigua Versión de Casiodoro de Reina (1569) Revisada por Cipriano de Valera (1602)

"Lo que el mundo necesita ahora es amor, dulce amor" son las primeras palabras de una balada popular de un numero de años atrás. Expresa el deseo que prácticamente todo el mundo tiene. Pero, ¿qué es el amor? A juzgar por la comprensión generalizada de que es "el amor", ¡el mundo no necesita más de lo mismo! Si lo que está sucediendo en el mundo es una prueba, es muy claro que el mundo sólo tiene una mínima noción de qué es el amor. Si lo sabe, no lo está haciendo, o la canción no iba a hacer la declaración de necesidad.

El amor es un término muy abusado. Debido a nuestra experiencia, todos tenemos ideas, algo diferentes al respecto. La idea más común en el mundo occidental es que el amor es un cálido, pero confuso sentimiento, una emoción en la boca del estómago o un cosquilleo subiendo y bajando por la columna vertebral. Pensamos en ello como una cálida sensación al respecto, un fuerte deseo de estar con o estar satisfechos por alguien o algo.

Algunos lo han igualado con cariño, dar benevolente o nada más que pura emotividad. En ocasiones, utilizamos el término muy casualmente y superficialmente. La gente expresa su "amor" por la liturgia de cierta iglesia. Algunos dicen que "aman" el helado, una determinada cerveza, la pizza, el estilo de la casa, el color, el automóvil, la moda, cierto jugador de un equipo. La gente dice que aman a un sin fin de cosas. Lo que algunos llaman "amor” es lo que un teólogo podría llamar “lujuria desenfrenada”.

Sin embargo, estas declaraciones vienen a ser ridículas una vez que comenzamos a entender lo que es el amor bíblico. El "amor" de la gente es a veces simplemente una opinión, una preferencia. La preferencia no es amor, y usar el "amor" de esta manera es devaluarlo.

Poner atención sobre algo no es amor tampoco. Uno puede querer hasta el punto de la obsesión o la lujuria. Una cierta medida de atención debe ser parte de verdadero amor, pero por sí mismo, ese sentimiento de cariño o preferencia no es amor.

IMPORTANCIA SUPREMA DEL AMOR

En 1 Corintios 13, la Biblia revela la suprema importancia del amor para la vida. Pablo compara directamente el valor del amor a la fe, la esperanza, profecía, sacrificio, conocimiento y el don de lenguas e indirectamente con todos los otros dones de Dios mencionados en el capítulo 12. El en ninguna manera denigra a la utilidad de los otros para la vida y el propósito de Dios, pero ninguno puede compararse en importancia al amor.

Los Corintios tuvieron gran placer en sus dones, también sería igual para nosotros, pero la importancia relativa de un don se muestra en su calidad temporal. Es decir, hay veces en que un don no sirve de nada. Pero el amor nunca va a terminar, sino que siempre será útil.

De hecho, el recibo de un don de Dios - si no va acompañada y se utiliza con el amor - tiene el potencial de corromper al que lo recibe. Dones de Dios son los poderes otorgados para mejorar la capacidad de una persona para servir a Dios en la iglesia. Sin embargo, todos hemos oído el cliché, "el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente." Si los dones no se reciben y se utilizan con amor, van a jugar un papel en la corrupción del destinatario, tal como estaban corrompiendo a los Corintios. El amor es el atributo de Dios que nos permite recibir y utilizar sus dones sin corrupción.

La Biblia dice en 1 Corintios 8:1, "El conocimiento envanece, pero el amor edifica." "Envanece", cuando se opone a la "edificación", implica la demolición, destrucción. Pablo está diciendo que el orgullo tiene el poder de corromper el portador del conocimiento. Esta declaración forma parte del prólogo del gran capítulo sobre el amor, escrito porque los Corintios habían permitido que su énfasis se desviara a áreas equivocadas. Incluso como un don de Dios, el conocimiento tiene el potencial para corromper a su destinatario, si no está acompañada de amor.

Pablo así comienza el capítulo 13 contrastando el amor con otros dones de Dios. Él hace esto para enfatizar la importancia del amor, la integridad, la permanencia y la supremacía sobre todas las demás cualidades que consideramos importantes para la vida y / o propósito de Dios.

Las profecías vencen cuando se cumplen. El don de lenguas es menos necesario hoy como entonces, debido al uso generalizado de inglés en el comercio, la política y la academia. Su valor depende de las necesidades específicas. El conocimiento es aumentando tan rápidamente que el conocimiento viejo, especialmente en las áreas técnicas, se vuelve obsoleto cuando los nuevos acontecimientos surgen. Sin embargo, la necesidad de amor nunca se agota, nunca se queda obsoleta. Dios quiere que lo utilicemos en cada ocasión.

Pablo también nos amonesta al instruirnos "dejar atrás las cosas de niño" (versículo 11), así como su referencia a un espejo (versículo 12) que crecemos en amor internamente, que debe ser perfeccionado. Lo que tenemos ahora es parte. Por lo tanto, Dios no nos lo da en una enorme cantidad que se utilizará hasta que lo gastemos todo. En ese sentido, siempre tenemos que vernos a nosotros mismos como inmaduros. Pero el tiempo viene, cuando el amor será perfecto, y lo tendremos en abundancia como Dios. Mientras tanto, mientras estamos en la carne, tenemos que perseguir el amor (1 Corintios 14:1).

Esto indica que el amor bíblico no es algo que tenemos por naturaleza. Es cierto que algunas formas de esta cualidad que llamamos amor vienen espontáneamente, es decir, que surgen por naturaleza. Pero esto no es así con el amor de Dios. Viene a través de la acción de Dios por su Espíritu, algo sobrenatural (Romanos 5:5).

AMOR, DEUDA Y MOTIVACION

En Romanos 13:8-10 Pablo inyecta amor en el contexto de la ley, demostrando que es la suma de todas las obligaciones:

No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros, porque el que ama a su prójimo ha cumplido la ley. Los mandamientos: No cometerás adulterio", "No matarás", "No robarás", "No levantarás falso testimonio", "No codiciarás", y si hay algún otro mandamiento, todos los resume en esta frase: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". El amor no hace mal al prójimo, por lo tanto el amor es el cumplimiento de la ley.

No dice que el amor acaba la necesidad de la ley, sino que cumple, realiza o lleva a cabo la ley.

Note la relación de amor con la ley en el contexto de lo que le precede inmediatamente. El contexto es una respuesta cristiana al gobierno. Se debe someter y honrar a los gobiernos humanos como agentes de Dios en el manejo de los asuntos humanos. El cristiano está en deuda con el gobierno para pagar tributos e impuestos. Cuando les pagamos, un cristiano ya no está financieramente en deuda con el estado hasta ser cargados con impuestos el año siguiente.

En cuanto a los hombres, no hemos de estar en deuda. Él no está diciendo que un cristiano nunca debe deber dinero a nadie, pero que hay una deuda que tenemos con todas las personas que debemos tratar de pagar todos los días. ¡Esta deuda es de amor, que se paga guardando la ley de Dios, y esto, Pablo ilustra con una cita varios de los diez mandamientos! Inherente a esta deuda no importa cuánto pagamos cada día, al despertar al día siguiente, ¡la deuda se recupera, y debemos tanto como lo hicimos el día anterior!

Esto crea una paradoja interesante, porque debemos amor a todos, más de lo que uno tiene esperanzas de pagar. La paradoja, sin embargo, es más aparente que real, porque esto no es lo que Pablo está enseñando. Él nos está enseñando que el amor debe ser la fuerza motriz, la motivación, de todo lo que hacemos. Esto señala una debilidad de la ley en relación con la justicia. La ley, por sí misma, no proporciona lo suficiente ni la motivación correcta para que uno la guarde.

Note el versículo 3. "Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella"; Las leyes se han establecido y tienen sanciones. Gobernantes imponen su cumplimiento, pero eso no impide que la gente las rompa, en muchos casos con impunidad, especialmente si piensan que ningún representante del gobierno los está observando. El poder del gobierno se encuentra en gran parte en la coerción, es decir, limitación o restricción por la fuerza, ya sea moral o física. En otras palabras, es gobierno por la fuerza.

Por ejemplo, la mayoría de las personas desobedecen flagrantemente el límite de velocidad en las autopistas interestatales y, sobre todo cuando no hay mucho tráfico, hasta  que ven un coche patrulla con uno o dos policías. De repente, el límite de velocidad se convierte en la norma hasta que la policía está de nuevo fuera de la vista. Que la ley está en los libros, un lugar prominente y de conocimiento común son insuficiente motivación para mucha gente a obedecer.

Pero el amor hacia Dios, el amor de Dios, puede motivarnos a hacer lo que la ley dice que hagamos, pero no puede motivarnos a que hagamos. Podemos concluir que Pablo afirma que si uno ejerce el amor de Dios en el pago de su deuda a los hombres, el guardara los mandamientos.

También se podría concluir que Pablo dice que si uno no viola los mandamientos, está actuando por amor. Este es el más débil de los dos. En este contexto, entonces, todas las etapas, todas las facetas de nuestra responsabilidad ante Dios y el hombre, está cubierto si nos aseguramos que el amor tenga su lugar como la motivación para todo lo que hacemos.

Si realmente amamos a otra persona, no podemos hacerle daño. El amor de inmediato sofoca cualquier pensamiento que pueda conducir al adulterio, asesinato, robo o cualquier otra forma de codicia, porque el amor no puede dañar. Puesto que el amor no puede romper las leyes diseñadas para proteger a otro, es supremo en proveer la forma correcta de persuasión.

AMOR COMO UN VÍNCULO

En Colosenses 3:12-14 Pablo muestra otro aspecto de suprema importancia del amor en la vida de la comunidad:

Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, vestíos pues de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro; como Cristo os perdonó a vosotros, Así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.

Pablo pone el amor "por sobre todo", mostrando que el amor es el epítome de las virtudes. Aquí, su importancia es como "el vínculo", algo que se une o mantiene las cosas, como una congregación, juntos.

Eventualmente, todos los grupos tienden a volar aparte. No permanecen unidos por arte de magia. Por lo general, un grupo mantiene su unidad a través de una causa común. En la  medida que cada persona contribuye al logro de esa causa, la unidad es servida generalmente. Sin embargo, a pesar de que las personas gastan esfuerzos para lograr la causa, las fricciones surgen de una multitud de razones. El amor es la suprema calidad que permite a los miembros del grupo a que mantengan la unidad y eviten que se separen. Esto se logra si cada persona se limita o se restringe el mismo a actuar en el amor.

Curiosamente, las cualidades que normalmente consideramos como siendo varonil, como coraje, determinación y agresividad, no se encuentran en esta lista en Colosenses 3. Aunque no son intrínsecamente malos, juegan directamente en el ego humano, resultando frecuentemente en el individualismo craso.

Debido a que tiende a producir división, el individualismo no es lo que Pablo está tratando de alcanzar aquí. Sin un fuerte control espiritual, esos rasgos tienden a descender a la competitividad, la ira, enojo, malicia, el disimulo, la calumnia la acusación, y hablar mal. Estos a su vez no son más que descarado egoísmo, rasgos que quiebran y dividen.

Cada virtud que Pablo enumera es en realidad una expresión de amor, los rasgos que la hacen posible vivir en una comunidad. No hay nada débil y afeminado de ellos: Se requiere de una persona fuerte para resistir a lo que es natural y hacer lo que Dios manda en lugar de seguir los impulsos de nuestros sentimientos carnales. Pablo enumera aquí el amor como un atributo aparte para demostrar que no se limita a las cualidades que el nombra.

DIOS, EL HOMBRE Y EL AMOR

Algunos han llamado 1 Juan 4:7-12 la afirmación más sublime de toda la Biblia en relación con la naturaleza de Dios:

Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros.

Si vamos a ser como él, estos versos son importantes para nosotros porque nos dicen mucho acerca de él y nuestras responsabilidades. En primer lugar, el amor es de Dios, Él es su fuente. Este amor acerca del cual los apóstoles escriben viene de Dios y no es normalmente una parte de la naturaleza del hombre. Es el amor ágape. El amor humano sin Dios es en su mejor momento un mero reflejo pálido y vago de lo que Dios es eternamente.

A continuación, Juan dice "Dios es amor." Sublime como es esto, algunos lo han mal interpretado, ya que puede inducir a error. Dios no es sólo una abstracción, como el amor. Él es un ser vivo, dinámico y potente, cuya personalidad tiene múltiples facetas. No puede ser encajado, envuelto y presentado a ser meramente como un atributo.

La declaración de Juan dice literalmente: "El Dios es amor". Los griegos usaban una forma enfática de la escritura, y aquí el énfasis está en la palabra "Dios". La sintaxis significa que las dos palabras "Dios" y "amor" no son intercambiables. "El Amor", describe la naturaleza de Dios. Una paráfrasis bien diría: "Dios, en cuanto a su naturaleza, es amor." ¡Dios es un Dios de amor!

Esto no quiere decir que el amor es una de las actividades de Dios, sino que cada actividad de Dios es amor. Si Él crea, Él crea en el amor. Si él gobierna, gobierna en el amor. Si juzga, juzga en el amor. Todo lo que él hace expresa su naturaleza. Dios y su naturaleza se manifiestan en lo que hace. Por amor Dios se revela y es conocido.

La existencia misma de la vida en otros aparte de él mismo es un acto de amor. Su amor se revela en su providencia y en el cuidado de su creación. Puesto que no somos robots, tenemos libre albedrio y esto es un acto de su amor. Dios, por un acto deliberado de auto-limitación, nos dotó para responder con la mente y las emociones. No somos animales. El amor de Dios es la explicación de la redención y nuestra esperanza de vida eterna. Por amor, Dios nos ha dado una razón para vivir. La vida no es sólo una cuestión de seguir el ritmo. Nosotros no vivimos nuestras vidas en vano.

Dios hizo a la humanidad a su imagen y semejanza. Pero la Biblia dice, "Dios es Espíritu" y "Dios es amor." El hombre, sin embargo, es carne, y la Biblia nos describe como carnales, egoístas y mentirosos. De hecho, en la práctica, esto significa que el hombre no puede ser lo que él está destinado a ser hasta que él ama como Dios ama. Sólo entonces será verdaderamente la imagen de Dios, porque él tendrá la misma naturaleza de Dios. Por lo tanto, para alcanzar su potencial, una persona debe amar, pero debe amar con el amor de Dios.

Juan 13:35 agrega: "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros." De la manera como Dios se revela por lo que hace, de la misma manera lo harán sus hijos. Nuestro amor por Dios no ha hecho esto posible, pero si su amor por nosotros, como I Juan 4:19 dice, "Nosotros le amamos porque Él nos amó primero." Por lo tanto, nuestro amor por Él es una respuesta a su amor por nosotros. Dado que Dios muestra su amor por nosotros al traernos hacia Él, nos corresponde hacer actos de amor hacia los demás para atraerlos.

El hecho de que Dios entrego a su Hijo define el requisito fundamental del verdadero amor, la entrega de nuestra posesión más querida en sacrificio por la ganancia de otros. Podemos entender, entonces, que el amor divino casi siempre implica sacrificio en su entrega. El sacrificio es la esencia, la parte esencial o fundamental, del amor.

El amor de Dios se origina en sí mismo, se ha manifestado en su Hijo y es perfeccionado en su pueblo. El amor de Dios es perfeccionado en nosotros cuando se reproduce en o entre nosotros mismos, sobre todo en nuestras reuniones. Usamos el amor y lo perfeccionamos o lo perdemos. Esto explica en parte la intensa insistencia del apóstol Juan acerca del compañerismo. Su preocupación no sólo es una bendición opcional para los creyentes, sino que también oportunidad fundamental para la manifestación y la perfección del amor de Dios entre y dentro de los santos.

¿COMO PODEMOS TENER ESTE AMOR?

Debería ser obvio que no tenemos el amor de Dios por naturaleza, ni tampoco es generado automáticamente. Romanos 5:5 verifica esta interpretación: "la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado." Nosotros recibimos el amor divino de su origen, Dios, por medio de Su Espíritu.

Solamente a través de conocer a Dios podemos tener este amor, ¡y sólo a través del amor podemos conocerlo! Esto puede sonar como un círculo vicioso, pero ambos van juntos. Sólo aprendiendo a amar a Dios podemos aprender de su naturaleza, es decir, cómo es él. No podemos tener ese amor sin conocerle a El primero. Al tener comunión con Él, llegamos a conocerlo y recibir su amor, y en el uso de su amor, ser como Él y realmente lo conocemos. Sólo podemos realmente llegar a conocer a Dios al experimentar el valor de su amor nosotros mismos.

Todo esto es posible porque Dios, en Su amor, inicia una relación con nosotros, nos concede el arrepentimiento, nos da su Espíritu, y luego, a causa de su amor, toma la mando en el mantenimiento de la relación. Por eso Pablo dice en Romanos 5:10 que "seremos salvos por su vida." El primeramente pone en sus hombros la carga de nuestra salvación. ¡Qué reconfortante!

¿QUE ES EL AMOR?

1 Juan 5:1-3 es útil para definir el amor de Dios de una manera práctica:

Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Pues éste es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.

Dios quiere que el amor de Él y el amor del hombre sea parte inseparable de la misma experiencia. Juan explica esto diciendo que si amamos al Padre, también amamos al hijo. Si amamos al Padre, que engendró a los hijos, debemos amar a los hijos, de lo contrario no tenemos el amor de Dios. En 1 Juan 4:20, amplifica esto: "Si alguien dice, 'Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso, pues quien no ama a su hermano a quien ve, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?”

I Juan 5:3 es la definición básica del amor en la Biblia. Los mandamientos definen, aclaran, lo que son los elementos básicos de amor y de la dirección que nuestras acciones deberían tomar si queremos mostrar amor. Esto significa que la obediencia a Dios es la prueba de amor. La obediencia es una acción que se somete a un mandato de Dios, un principio revelado en Su Palabra y/o un ejemplo de Dios o del piadoso.

En cierto sentido, aquí es donde comienza el amor divino en el ser humano. Obedecer los mandamientos de Dios es amor porque Dios es amor. Porque su naturaleza es amor, es imposible que Él peque. Así nos da mandamientos en amor, y ellos producirán resultados justos y buenos. Cualquier mandato de Dios refleja lo que él mismo haría si él estuviera en la misma situación.

Jesús dice en Juan 14:15, "Si me amáis, guardad mis mandamientos." Guardar los mandamientos es como uno expresa el amor. Y añade en Juan 15:10: "Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor."

Una persona puede tener un pensamiento para hacer el bien o para abstenerse del mal. Es posible que tenga un sentimiento de compasión, piedad o misericordia. Uno puede sentir repugnancia por hacer una mala acción. Pero ninguno de estos viene a ser amor hasta que el pensamiento o sentimiento le motive a uno a actuar. En el sentido bíblico, el amor es una acción.

El amor tiene todavía otro aspecto, sin embargo. Podemos mostrar amor con frialdad, a regañadientes, o "respetuosa obediencia." También podemos mostrar amor con alegre, sincero entusiasmo o afectuosa, agradecida devoción. ¿Qué es más atractivo a Dios o a los hombres como un testigo?

No importando que actitud, es mucho mejor obedecer que desobedecer en todo (Mateo 21:28-31). Si no podemos ir más allá de hacer  lo que es correcto, las emociones adecuadas nunca se formaran. La experiencia es en gran parte responsable del entrenamiento  de la actitud y las emociones. Nunca vamos a formar las emociones adecuadas sin antes realizar las acciones adecuadas con el espíritu correcto, el Espíritu Santo de Dios.

LLEGAR A CONOCER A DIOS

1 Juan 2:3-6 nos ayuda a entender cómo podemos tener la actitud adecuada y emoción  en nuestra obediencia:

Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.

Llegamos a conocer a Dios a través del mismo proceso general que llegamos a conocer a los seres humanos a través del compañerismo o experimentar la vida con ellos.

Alrededor de 500 años antes de Cristo, los filósofos griegos creían que podían llegar a conocer a Dios a través del razonamiento y la argumentación intelectual. Esta idea tenía una premisa simple: ¡el hombre es curioso! Ellos sostuvieron que es la naturaleza del hombre hacer preguntas. Puesto que Dios hizo al hombre, si los hombres hacen las preguntas adecuadas y usan el razonamiento esto obligaría a Dios que se revele a sí mismo. La falla en esto se nota en los frutos que produce. A pesar de que suministra una serie de respuestas correctas, esto no hizo ni  pudo hacer de los hombres seres morales. Este proceso no puede cambiar la naturaleza del hombre.

Para ellos, la religión se convirtió en algo parecido a las matemáticas superiores. Fue intensa actividad mental, produciendo satisfacción intelectual, pero no la acción moral. Platón y Sócrates, por ejemplo, no veían nada malo en la homosexualidad. Los dioses de la mitología griega también reflejan esta inmoralidad, tenían las mismas debilidades como tienen los seres humanos.

Unos cientos de años más tarde, los griegos querían llegar a ser  uno con Dios a través de las religiones de misterios. Uno de sus rasgos distintivos es la representación de la Pasión, que siempre tuvo el mismo tema general. Un dios vivió, sufrió terriblemente,  murió de una cruel e injusta muerte  y luego subió a la vida. Antes de poder ver la obra, un iniciado pasaba por un largo proceso de instrucciones y disciplina ascética. A medida que progresaba en la religión,  poco a poco llegaba a un estado de intensa expectación.

Luego, en el momento adecuado, sus instructores lo llevaron a la representación de la Pasión, donde se orquestó el medio ambiente para aumentar la experiencia emocional: la astuta iluminación, música sensual, incienso y liturgia edificante. A medida que la historia se desarrollaba, el iniciado se sentía tan involucrado emocionalmente que se identificaba con dios  y creía que compartía el sufrimiento del dios, su victoria e inmortalidad.

Sin embargo, este ejercicio les fallo en llegar a conocer a Dios. No sólo no cambio la naturaleza del hombre, ¡la representación de la Pasión también estaba llena de mentiras! El resultado no era conocimiento cierto, solamente emoción. Esta actuaba como una droga religiosa, cuyos efectos fueron de corta duración. Fue una experiencia anormal, algo así como una reunión pentecostal moderna, donde los fieles oran para que baje el "espíritu" y hablen en lenguas. Estas actividades son escapes de la realidad de la vida ordinaria.

¡DIOS SE REVELA A SI MISMO!

Contraste estos métodos griegos con la forma de la Biblia de conocer a Dios. El conocimiento de Dios viene, no por la especulación o la emotividad, mas por la directa revelación de Dios. En otras palabras, Dios mismo inicia nuestro conocimiento de Él, comenzando nuestra relación nos atrae por su Espíritu (Juan 6:44).

Lo que Dios revela es igualmente importante. Él se revela a sí mismo como santo, un Dios amoroso y generoso con un propósito tan impresionante que nuestra mente no puede comprender sus implicaciones, aunque lo podemos apreciar. Declara que, si realmente deseamos ser parte de su impresionante propósito creativo, ¡nuestro pacto con él nos obliga a ser santos, amoroso  y generoso como Él es!

Dios nos guía y nos fortalece en esta gran peregrinación por medio del Espíritu Santo, pero la obediencia, siguiendo los mandamientos de Dios, es la forma en que comenzamos a experimentar y crecer en la vida de Dios, llamada "vida eterna" en las Escrituras. Por la obediencia venimos  a conocer a Dios. Es como caminar en sus zapatos, por así decirlo.

En su uso bíblico, la palabra "conocer" implica intimidad. A partir de ejemplos bíblicos, esta implicación puede incluso significar la intimidad sexual. Eso es realmente conocer a alguien íntimamente, sobre todo teniendo en cuenta  cuanto  tiempo existe en una relación con Dios. Cuando aplicamos esto a nuestra relación con Dios, la dimensión sexual desaparece, y la intimidad se convierte en una reverencia profunda y duradera, devoción y lealtad.

La gente puede pensar en Dios solamente como un ejercicio intelectual. Se podría decir: "Yo conozco a Dios," o creo en una "primera causa", o en un Creador pero sin tener ningún escrúpulo moral. Van a la iglesia el domingo y viven el resto de la semana igual que todos sus vecinos y compañeros de trabajo.

La gente puede ser emocional, diciendo: Dios está en ellos y que están llenos del "espíritu", sin embargo, dejar de ver a Dios en términos de los mandamientos. Ven a Dios como algo cálido y cómodo, una figura paternal que corre en su ayuda para hacer desaparecer sus problemas, pero no le ven como todavía creando lleno de propósito.

Sin lugar a dudas y sin compromiso, Jesús, Pablo y Juan muestran que la única manera que podemos demostrar que conocemos a Dios, que Él está en nosotros y nosotros lo amamos es haber sido regenerados por el Espíritu y le estamos obedeciendo.

                               

¿CUAN ALTO  ES EL ESTANDAR?

Podemos abordar esta cuestión en variadas maneras, pero comparando algunas escrituras, la respuesta se hace evidente cuando vemos un patrón desarrollándose. Jesús establece el segundo gran mandamiento, "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mateo 22:39). Por sí mismo, esto establece un nivel muy alto, porque nos amamos tanto nosotros mismos. Vamos a sacrificar mucho para complacernos a nosotros mismos.

El nivel se eleva una marca o dos, cuando dice en Mateo 5:44, "Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen. " Este es un gran desafío, lo que confirma que el amor de Dios ciertamente no es natural para nosotros.

Nuestro Salvador también dice en Juan 15:13: "Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos". Pablo establece esta norma aun más allá de reiterar el ejemplo de Jesús en Romanos 5:7-8:

Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Y añade en Efesios 5:25 que debemos amar "así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella".

Estamos tratando con un amor de una fuerza imponente y con determinación que hace que uno se sacrifique por un largo tiempo, incluso por sus enemigos. Y si eso no es suficiente, finalmente se entregara totalmente pagando con su vida por el bienestar de otros ¡antes de ser correspondido!

¿Alcanzaremos alguna vez a esta altura? Es posible, pero sólo porque Dios nos ha hecho partícipes de la naturaleza divina. Ahora tenemos el mismo Espíritu en nosotros y que le permitió y dio poder a Jesús. Pedro escribe:

Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. (II Pedro 1:2-4)

El amor, el amor divino, es el fruto, el producto de ese Espíritu que ahora está en nuestras vidas. Este Espíritu nos guía y nos conduce a la verdad. Sigue siendo nuestra responsabilidad, sin embargo, optar por seguir su guía, obedecer las verdades del gran Dios que está creando su imagen en nosotros. La obediencia a sus mandamientos es amor divino, el fruto de su Espíritu que nos da poder, la virtud suprema del Creador Todopoderoso.